sábado, 20 de septiembre de 2008


La unión de Brest Litovs’k (1596)


Del Comité jubilar del Sínodo de la Iglesia Católica Ucraniana, con motivo del 400 / 350 aniversario de la Unión de Brest y de Uzhorod, celebrado en Roma del 5 al 7 de julio de 1996
La metropolía de Kiev, a la cual pertenecían en aquel tiempo los ucranianos y los bielorrusos de hoy, con la Unión de Brest retornó al seno de la Iglesia Universal cuya cabeza es el sucesor del apóstol San Pedro, el Papa de Roma.
Después del bautismo de la Rus’-Ucrania (en 988 con el príncipe de Kiev Vladimiro el Grande), la Unión de Brest, es sin dudas, el más grande acontecimiento de toda la historia de la Iglesia de Ucrania, y en alguna medida de todo el cristianismo de Europa Oriental.
Esta Unión tuvo por cuatro siglos una gran influencia en la historia ucraniana, en el campo religioso, cultural y socio-político. Y por esto la Unión del 1596 suscita constantemente muchos intereses, aunque los juicios no son siempre uniformes.
La Unión no era algo nuevo para la Iglesia de Kiev, que se convirtió al cristianismo cuando la Iglesia era todavía unida, sin divisiones. La división vendrá después. Así pues, la Unión de Brest era solo un retorno de la metropolía de Kiev a la misma Iglesia, a la cual pertenecía antes del cisma (1054). Se podría decir que no era ni siquiera un retorno, sino más bien, la renovación de una unidad olvidada, casi dormida, porque la Iglesia de Kiev no se separó nunca formalmente de la Iglesia Universal de Roma. Fueron las situaciones políticas desfavorables, entre las cuales debió desenvolverse, y especialmente, la presencia de los metropolitas griegos, mandados desde Bizancio, los que causaron la separación y el alejamiento de la metropolía de Kiev de la Iglesia de Roma, la cual no fue nunca ni desconocida ni enemiga. En cada siglo tenemos ejemplos de las relaciones entre la Iglesia de Kiev y la de Roma.
1075: El Papa Gregorio VII envió una corona al príncipe di Kiev, Iziaslav, reconociéndole el título de rey.
1090-92: Kiev celebra el traslado de las reliquias de San Nicolás de la ciudad de Mir a la ciudad italiana de Bari. La fiesta viene incluida en el calendario litúrgico. Esto ocurrió sin la aprobación de Bizancio, que consideró aquel suceso un luto, mas que una fiesta.
1147: La consagración como metropolita de Kiev de Clemente Smoliatyč viene a través de la imposición de las reliquias de San Clemente, Papa.
1215: Son invitados a participar del Concilio Lateranense los representantes de Kiev, que no pudieron ir por la situación política desfavorable.
1245: Durante el Concilio de Lyón estuvo presente el metropolita de Kiev, Pietro Akerovyč.
1253: El delegado del Papa, Opiso, corona al príncipe de Halyč y de Volynia, Danilo.
1418: El metropolita de Kiev, Gregorio Tsamblak, participa en el Concilio di Constanza.
1439: El metropolita de Kiev y futuro cardenal, Isidoro, participa con todos los observadores de la Iglesia bizantina, al Concilio de Florencia y firma con todos las actas.
Los metropolitas Gregorio II (1458-1472), Misail (1474-1480) y José Bulharynovyč (1498-1501) continuaron los contactos con Roma.
Y es por esto, que la idea de una nueva Unión con al Iglesia Universal no era lejana a los fautores de la Unión de Brest. No veían en esta unión sólo una ayuda, sino que deseaban la unidad de la Iglesia a la pertenecía antes la metropolía de Kiev. Algo que deberían haber deseado todos aquellos que se habían alejado de ella, si querían ser fieles al mandato de Cristo: 'Y habrá un solo rebaño y un solo pastor' (Jn 10, 16).
Los preparativos para la Unión. A inicios del año 1580, el príncipe Costantino di Ostroh habló con el Nuncio Apostólico en Varsovia (Bolognetti) incluso antes que con los obispos mismos, y después, con el legado del Papa para Europa Oriental don Antonio Possevino. Estos escribieron que el príncipe Costantino estaba 'dispuesto a dar su vida' por la Unión.
Los obispos de las metropolías de Kiev y de Halyč reunidos en el Sínodo de 1590, discutieron sobre la Unión de las Iglesias, porque la Iglesia de Kiev atravesaba una gran crisis y sentía más que nunca la necesidad de unirse a la Iglesia Universal. No podía salir de la crisis por su cuenta y no podía esperar ninguna ayuda de la vecina Iglesia de Bizancio. Por lo tanto, los obispos, guiados de un sentido de gran responsabilidad, se dirigieron directamente a Roma esperando encontrar esa ayuda que buscaban desesperadamente. En su declaración decían: 'con la ayuda de Dios deseamos que el único supremo pastor y verdadero sucesor de San Pedro en el trono de Roma, sea nuestro pastor y cabeza... Sabemos que esto aumentará la gloria de Dios en su Iglesia... Pero queremos también que la Santa Sede asegure y deje intactos, y no cambie nuestros ritos y tradiciones, es decir la liturgia y todas las rúbricas de nuestra Iglesia Oriental, así como las conservó de tiempo inmemorial. Del rey esperamos que vengan asegurados nuestros privilegios, y libertad'.
Durante el siguiente Sínodo del 1591 ellos tomaron muchas otras decisiones, que fueron agrupadas en los así llamados 'artículos'. En el mismo año el obispo de Luts’k, Cirilo Terlets’kyj, se dirigía a menudo a Varsovia y a Cracovia para discutir con las personalidades eclesiásticas y del gobierno las decisiones tomadas durante el Sínodo.
Después de estos encuentros el rey Segismundo III emitió dos solemnes proclamas el 18 de marzo y el 18 de mayo de 1592 en ucraniano, en las cuales prometía en su nombre y en el de sus sucesores 'la misma libertad, que la que gozan el clero de rito romano y otros privilegios más'; además garantizaba 'la protección para todos los obispos que fuesen unidos al Papa de Roma y hayan reconocido su autoridad'.
Los obispos hablaron de nuevo de la Unión con la Iglesia Apostólica durante el Sínodo celebrado en marzo de 1594 y prepararon un nuevo documento con el deseo de unirse 'para ser obedientes al visible Pastor de la Iglesia de Dios, a quien pertenece el primado... con tal que sean conservados todos nuestros ritos y ceremonias... y santísimos sacramentos'.
El documento fue firmado por el metropolita de Kiev, Miguel y por los obispos: Ipazio Potij, Cirilo Terlets’kyj, nuevo obispo de Polots’k – Gregorio Ivanovyč, Dionisio Zbirujs’kyj, Leonzio Pel’čyts’kyj y el archimandrita de Kobryn’ – Giona Hohol. Fueron elaborados también los primeros 10 artículos, firmados por 5 obispos. Estas peticiones fueron reelaboradas ampliamente el año siguiente en 33 artículos que fueron firmados por el metropolita y por otros 4 obispos.
'Artículos' o peticiones del episcopado de Kiev. Los delegados de las metropolías de Kiev y de Halyč pidieron a la Sede Apostólica y al rey de Polonia que les fueran restituidos los derechos necesarios para que la Iglesia ucraniano-bielorrusa, en unión con Roma, pudiese existir y crecer. Estos artículos serían después la base de la Unión de Brest y una de las razones más importantes de su éxito; fueron la defensa de la Unión cuando sus adversarios intentaron todo para liquidarla.
La metropolía de Kiev y la de Halyč tenían estos derechos en el pasado, y según las palabras del Nuncio Apostólico Germanico Malaspina, era solo cuestión de restitución, porque 'no tienen nada contra la doctrina de la Iglesia y son razonables y lógicos', algo que el mismo Papa, Clemente VIII, confirmó.
El 2 de agosto de 1595 el rey Segismundo III aceptó todos los artículos con otras peticiones de los obispos. A pesar de su buena voluntad y su empeño, el rey no logró elevar a los obispos de la metropolía de Kiev a la dignidad senatorial a la par de los obispos de rito latino, porque el Senado no estuvo de acuerdo.
Los obispos ucranianos en Roma. El 22 de junio de 1595 todos los obispos de Kiev y de Halyč firmaron una carta al Papa Clemente VIII, en la cual se declararon listos para firmar la Unión de las Iglesias y aprobaron la decisión de mandar a Roma para las tratativas a los obispos Ipazio Potij y Cirilo Terlets’kyj.
Los dos delegados llegaron a Roma el 15 de Noviembre de 1595 donde, después de largas tratativas y en presencia de muchos representantes de la Curia Romana, declararon su fe y fidelidad delante del Papa Clemente VIII el 23 de Diciembre de 1595. El Papa promulgó un edicto que comienza con las palabras 'Magnus Dominus et laudabilis nimis', con el cual anunció la Unión de las metropolías de Kiev y de Halyč con la Iglesia Universal y aprobó los artículos de la jerarquía de Kiev. Además, con la carta apostólica 'Decet Romanum Pontificem' del 23 de Febrero de 1596 el Papa dio a la Iglesia ucraniana-bielorrusa el más grande de todos los privilegios, que tienen sólo los patriarcas orientales, es decir, el derecho de nombrar, ordenar y entronizar a los obispos y metropolitas. Solo que estos últimos debían ser confirmados por la Santa Sede.
El Sínodo de Brest. Después del retorno de los delgados de Roma (Ipazio Potij e Cirilo Terlets’kyj), il 16 de Octubre de 1596 en la ciudad de Brest se celebró un Sínodo, que, desgraciadamente se dividió en dos bandos opuestos. El príncipe de Ostroh, Costantino, contrario a la Unión, tenía de su parte al obispo de Peremyšl, Zacarías Kopystens’kyj y al de Lviv, Gedeón Balaban, con la mayor parte del clero y de la aristocracia.
Se expresaron a favor de la Unión el metropolita de Kiev y de Halyč, Miguel Rahosa, y otros cinco obispos: Ipazio Potij (de Volodimir), CiriloTerlets’kyj (de Luts’k), Gregorio Herman (de Polots’k), Jonás Hohol (de Pins’k) y Dionisio Zbirujs’kyj (de Cholm), con los archimandritas y una parte del clero y de la aristocracia.
El Sínodo aprobó la Unión y con la carta pastoral del 18 de Octubre de 1596 anunció este acto a todo el pueblo. El rey de Polonia, Segismundo, con una proclama del 15 de diciembre de 1596, en lengua ucraniana y polaca, ordenó respetar la Unión; el Papa la ratificó el 18 de enero de 1597.
Observaciones generales. Toda la jerarquía de las metropolías de Kiev y de Halyč tomaron parte en los preparativos del acto de Unión con la Iglesia de Roma. Las firmas con los sellos respectivos (incluso de los obispos disidentes, Zacarías Kopystens’kyj (de Peremyšl) y Gedeón Balaban (de Lviv) se encuentran en los documentos de 1595 y 1596. Desgraciadamente, los dos últimos después se retractaron de su decisión, aún cuando el obispo de Lviv, Gedeón Balaban, estaba entre los primeros fautores de la Unión.
La jerarquía de Kiev y de Halyč han tomado por su cuenta la decisión de unirse a Roma, sin presiones o ayuda personal de otros funcionarios de la Iglesia o la autoridad civil.
Los obispos buscaron la Unión no por intereses personales. No consiguieron ningún beneficio temporal, sino todo lo contrario. Algunos perdieron todos sus bienes y corrieron graves peligros (el atentado contra el metropolita de Kiev Ipazio Potij, y el asesinato del obispo de Polots’k, San Giosafat). Todas las peticiones que presentaron a la Sede Apostólica y al rey de Polonia, tenían por fin no los propios títulos, sino el bien de la Iglesia.
Los obispos llegaron a la Unión autónomamente sin pedir el beneplácito del patriarca de Bizancio, porque él estaba 'en manos de los paganos', como escribieron en su declaración final en el Sínodo de Brest.
La jerarquía no tenía ninguna intención de alejarse de la Iglesia Oriental: querían ser parte de ella. En el artículo n. 31 los obispos pusieron esta cláusula: 'Si con la ayuda de Dios un día nuestros hermanos de la Iglesia Oriental se uniesen a la Iglesia de Occidente y después por un acuerdo recíproco de toda la Iglesia se cambiase o retocase la disciplina o las ceremonias de la Iglesia griega, también nosotros quisiéramos participar como pueblo en el mismo rito y fe, porque se trata de cuestiones comunes a todos nosotros'.
Siguiendo el ejemplo de la Unión de Brest, a la Unión adhirió Užhorod en el 1646, Alba Giulia (Rumania) en el 1698, la ex Yugoslavia a principios del siglo XVII (1611).
Durante los 400 años la Iglesia de Kiev y de Halyč, unida a Roma, ha tenido muchas víctimas y grandes persecuciones. Pero la Unión no fue destruida y con la libertad de religión en la segunda mitad del siglo XVIII casi todas las metropolías se unieron a la Santa Sede. En el 1766 eran cerca de 10.000 parroquias en el territorio de Kiev, y solo 300 no unidas, de las cuales solo cerca de 30 en la región de Kiev.
Después de las persecuciones de fin del siglo XVIII (Catalina II), especialmente después de la liquidación de la Unión en el 1839 (Nicolás I) y 1875 (Alejandro II) y 1946-50 (Stalin), las parroquias unidas a Roma eran muy inferiores en número. Pero ahora, la situación está cambiando y se espera que serán más numerosas cuando las Iglesias se unan.